martes, junio 02, 2009

San José...perdidos en el Mundo.



Miércoles en la noche y partimos Martin y yo, luego de pasar a comprar unas bolsas de comida liofilizada, pilas y uno que otro menester pendiente, encaminamos (no sin antes unos 30 minutos perdidos en la carretera) hacia el Cajón del Maipo, con pasada a comer empanadas incluida.

A eso de las 0100 del día Jueves estábamos llegando al sector de “El Cabrerio” (a unos kilómetros de Baños Morales) y procediendo a dormir en el auto, debido a los perros que habían en el lugar, los que imposibilitaron dormir fuera del coche.

7:00 y suena el despertador de Martin. El día había comenzado… y seria uno durísimo. Nos dispusimos a levantarnos, comer una barrita de cereal, cambiarnos ropas, ordenas mochilas, equipos, etc. Hasta que cerca de las 0800 partimos nuestra jornada, no sin que antes se acercara un sujeto a cobrarnos por 1)dejar el auto, 2) la entrada al lugar!

Partíamos con nuestras pesadas mochilas, mucho equipo, ropa y comida; necesarios para una cumbre de 5800msnm, con fríos de unos -20°C, caminata en nieve y hielo, y un gasto calórico BASE de 3500 calorías en el caso de quedarnos un día tirados en el campamento, comiendo, durmiendo y cocinando. Habrán sido unos 30 kilos (eso al menos mi mochila).

En 4 horas llegamos al Refugio Plantat (3130msnm), donde paramos un buen rato a descansar, sacar agua, y probar las Omelets liofilizadas que había comprado Martin. A mi parecer y paladar, muy ricas. Punto aparte las consideraciones de:

- Son Livianas (menos de 150gr por porción).

- Rápidas de preparar (agua caliente, 8 minutos y listo).

- No ensucias NADA (lo comes en la misma bolsa).

Sobre todo lo liviano que significa este tipo de comidas, clave para una cumbre larga como la que intentábamos nosotros.

Continuando con nuestra jornada, seguimos hasta las lajas. Y la jornada llego hasta acá. En el camino entre Plantat y Lajas, nuevamente, nos fuimos por el camino errado, tomando nuestro primer “sendero” complicado: caminamos sobre lajas y piedras sueltas, desordenadas (en comparación con el sendero real) y mal equilibradas, debiendo realizar casi algunos pasos de escalada. Pero finalmente llegamos al sector y encontramos un lugar de suaves arenas, en donde acampamos, cenamos, hidratamos (algo pobre la verdad esto, es cansancio no daba para quedarse más tiempo bebiendo líquidos ni nada mas). Ya acá me sentía muy resfriado, la sintomatología que tenía hace una semana tras este día se manifestó más claramente, pero no siendo un impedimento para continuar la aventura.

Luego de una excelente noche, gracias a la arena que como nunca se convirtió en un agradable colchón, levantamos el campamento y partimos. El Plan iniciar ya había cambiado: este segundo día debíamos partir desde el C1 (a unos 4300 aprox) y estábamos a 3800. El día anterior no logramos llegar al C1, quedándonos pendientes 300m de ascenso aproximadamente, sumados a los 700m del C1 al C2, este día deberíamos ascender unos 1000m, tarea que a esta altura y con este peso se veía como una jornada durísima, un palizón.

Seguimos el camino marcado, obviamente con algunos minutos y metros algo perdidos (para variar), y llegamos al C1, donde paramos unos minutos y continuamos, iniciando lo que sería el sector más complejo de la ascención. Aquí desaparece el camino, no hay una huella oficial, encuentras un sinfín de pequeños senderos que luego de unos metros mueren; la presencia de monolitos anima y da señales de “no estamos tan perdidos compañero”.

Como siempre, tomamos caminos complejos, de mucha roca (ya no piedras) suelta, en donde el equilibrio y agilidad eran claves para avanzar (a un paso muy lento la verdad) y al tiempo no tener algún accidente. En medio de esto nos encontramos con un chico, el cual nos comento que un par de amigos del estaban más abajo en el C1 (así que nos confirmo que ya habíamos pasado ese campamento). Aquí ya vimos que no nos quedaba nada más que meterse a un campos de penitentes, el cual teníamos la indicación (por relatos y algunos amigos que habían estado ahí en los últimos meses) de caminar por dentro, a lo largo, cosa que no realizamos, sino que nos fuimos por las rocas.

A ponerse los crampones, sacar el piolet y cruzar. No fue muy complicado, había solo hielo (el cual a veces se rompía y se podía llegar a caer en pozones de agua, cosa peligrosa dado que el agua superaba a la bota y esto significaba el término de la expedición, si esta entraba). Viendo que ya estábamos listos, mejoramos el camino y optamos por seguir el campo de penitentes a lo largo, hacia arriba. En esto estábamos cuando nos empezamos a separar, Martin adelante y tirando hacia la izquierda, yo atrás empezando a encontrar el hielo duro, por lo que opte salir a la derecha y montarme en un filo. Para esto había que caminar y subir por una pendiente pronunciada de rocas MUY sueltas, que cedían al mínimo paso. Mientras hacía esto, Martin seguía su camino, donde luego me conto que se encontró de un minuto a otro escalando en medio de una pared de hielo. Al darse cuenta e intentar bajar se cayo, logrando autodetenerse.

Al juntarnos en el filo que yo había subido ya hacia un buen rato, comentamos al situación, evaluamos y seguimos ascendiendo. Logramos llegar a los 4650m, donde armamos el campamento 2. Estábamos muy agotados, nos desgastamos mucho en esta jornada. Teníamos que reevaluar que haríamos de aquí en adelante. Estábamos muy complicados, cansados, asustados luego del acarreo de rocas que habíamos subido. Este punto era algo preocupante, complicado que teníamos en la cabeza. En un momento nos preocupaba más esta parte del descenso que la misma ruta de ascenso a la cumbre, ambos teníamos cierta cuota de preocupación. A eso había, o yo debía, sumarle mi resfrío. Ya no me sentía muy bien, complicado fuera de lo agotado por la jornada. Decidimos despertarnos a las 2 y ahí veríamos.


2 de la mañana y suena el despertador. Costaba moverse, regresar al mundo de los vivos, a nuestra realidad. “¿Qué hacemos?”, finalmente decidimos salir, ir hacia arriba, hasta donde llegáramos, como limite a las 10am. Martin me comentaba horas después que el iba con esa idea, no al cumbre, sino alcanzar un punto alto. Yo partí con la idea y objetivo de llegar a al cumbre, no habíamos llegado a ese lugar, dado el esfuerzo de subir tan alto (unos 2600 o mas metros de ascensión) con esas condenadas mochilas, no, teníamos que llegar arriba. Se nos estaba regalando una jornada excelente, de “calor”, la nada misma de viento (se pronosticaban 10k/h en la cumbre), debíamos hacerlo.

Partimos a las 3 pasadas, en la negrura de la cumbre, buscado el sendero que ya la tarde anterior habíamos explorado. Logramos llegar al C2 (4800 aprox) en 45 minutos, y paramos unos minutos a sacarnos algo de ropa (realmente teníamos calor) así que chaquetas volaron, así que capas de guantes. Ahora debíamos seguir subiendo en diagonal, para montarnos en el portezuelo del volcán. Minutos después aparecieron los primeros planchones de nieve, y la estrategia seria subir casi recto lo más posible, para así evitarnos lo más posible la nieve y el hielo. Horas de caminata para llegar a tener el glaciar a nuestra derecha, ya no hubo más que calzarse los crampones y comenzar una larga marcha con ellos. Por suerte el hielo y nieve estaban muy buenos para caminar y la pendiente no lo hacía complejo, pero la altura y cansancio ya se hacían sentir, esto sumado a que en la noche solo había logrado dormir menos de 1 hora debido al resfrío que padecía.


Logramos llegar al portezuelo, aquí paramos y quitamos los crampones. El esfuerzo, el caminar ya se hacía más pesado, pero estábamos cada vez mas y mas cerca de la meta, de la cumbre, del cono del San José. El sendero seguía marcado, ya tan solo era cosa de caminar. Partimos a la última parte de esa ascensión, lento, con calma. Martin delante mío, yo cada 3 o 4 pasos debía parar, respirar y seguir; no sabía si era cansancio o la altura, la verdad era una mezcla de ambas. Martin a minutos desaparecía, iba unos 20 o 30 metros delante mío, pero luego de unos paso lograba alcanzarlo, el también debía parar cada ciertos pasos. Llegamos a una ante cumbre (esas que psicológicamente te destruyen, te rompen el corazón, la mente…) donde Martin me dejo pasar adelante. Se nos presentaba otra “cumbre”, a unos metros, a unos minutos, por lo que puse ahí nuevamente mi mente, mi objetivo, cada ciertos pasos miraba atrás y Martín iba quedando poco a poco atrás. Nueva ante cumbre, y en esta situación ya era algo más que molesto, complicaba, no sé si desesperaba, angustiaba o daban ganas de llorar ante la frustración, pero había que seguir, no estábamos acá para llegar a este lugar a llorar y lamentarnos, estábamos a minutos de llegar y solo debíamos coronar la expedición, solo debíamos llegar.

Martín aparecía en el horizonte así que proseguí la marcha, debía llegar si o si. 10 minutos después y dando un gran esfuerzo logre llegar.

Ante la imagen de la cumbre, el ir apareciendo algo que podría ser el cono, las fuerzas me volvieron, la respiración se regulo y el objetivo se cumplió. Llegue a la cumbre del San José, cosa que debí confirmar acercándome al mismo con, debía ver que era el volcán en si mismo.

Respire fuerte, baje la mochila, celebre para mis adentros y partí a buscar a mi compañero. Venia unos minutos atrás muy agotado, lento, pero ambos llegamos. Quería descansar, pero no venía bien y debíamos bajar de inmediato, tal como estaba no podíamos parar ahí.

Sacamos las fotos de cumbre y partimos. Ya en el portezuelo paramos en una roca, le di una de mis barras para emergencias con una gran carga calórica.

Camino a nuestro campamento nos topamos con 2 montañistas, en pleno nevero/ glaciar, separados por más de 3º minutos entre uno y otro. Iban “canteando” el hielo, sin crampones y solo uno llevaba piolet técnico (con mi compañero luego comentábamos lo ilógico de contar con piolet técnico, unos zapatos espectaculares, pero no tener crampones!; no eran locos, aventureros y “valientes”, eran IMBLECILES).

En unas horas llegamos al campamento, luego de algunas caras largas dado que Martin quería parar a descansar y yo llegar lo antes posible al campamento, esto para poder descansar bien, relajados, con todo el tiempo, a pata suelta, sacarnos las botas…

En el campamento comimos, bebimos, conversamos, nos relajamos, Habíamos conseguido la cumbre en tres días. Teníamos un día extra, así que decidimos bajar al día siguiente. Aun debíamos pasar por el acarreo de rocas, y para eso debíamos estar al 100%. Había tiempo, así que era lo mejor.


Domingo, partimos a eso de las 9 de la mañana, la idea era bajar y pasara a las termas de Colina, esa era la idea, llegar al descanso. Pero antes, unas buenas horas de bajada! El acarreo fue terrible, rocas y lozas grandes, primero baje yo, siendo muy duro, un terreno complejo, fuera des descenso, si paraba en algún punto las rocas seguían bajando. No solo las piedras que yo pisaba se movían, sino que el movimiento era sobre mi, debajo de mi y a los lados, la montaña entera caía conmigo. Debía bajar muy rápido. Si Martin se movía, grandes rocas se venían tras de mi, por lo que el debió esperar a que yo llegara a los penitentes para iniciar su descenso. Nuevamente juntos, calzamos los crampones y al hielo nuevamente. La pendiente era muy fuerte y el hielo muy duro para bajar, así que optamos por hacer un cruce a lo ancho y volver a encaramarnos por la morrena. 30 minutos nos tomo unos 20 o 30 metros de penitentes. Luego de esto, el camino no era complicado, salvo encontrar el correcto. Esto, el nunca estar seguros del camino, si estábamos bien o no, el ir apareciendo pircas y monolitos por todos lados, senderos por todos lados, nos demoraba, nos hacia ir mas lentos, indecisos, parar cada cierto rato a mirar, evaluar. Todo eso hasta llegar a Las Lajas, luego de esto (acá paramos unos 20 minutos, nos relajamos finalmente, sentíamos que ya gran parte de la aventura había concluido, los riesgos y peligros habían terminado… respiramos) el camino era bien conocido, marcado y bueno.

En Plantat nos reunimos con otro grupo que andaba arriba, acamparon muy cerca nuestro en el c2, pero por razones que serian para discutir y analizar, no hicieron cumbre (caminaban de noche, dormían y descansaban de día, no conocían datos ni estudios sobre el MAM, etc.). Acá comimos, y sobre todo hidratamos. Nos tomamos los 2 últimos Go en cosa de 5 minutos, veníamos secos! Descansamos, relajamos… y continuamos.

Se nos fue el sol antes de llegar al auto, eran cerca de las 18:00 cuando finalmente llegamos al vehículo. Ya habíamos terminado la expedición. Habíamos hecho cumbre los 2 sin ningún problema. Poco a poco nos ordenamos, cambiamos ropa, limpiamos un poco, comimos y bebimos algunas cosas. Ahora debíamos llegara algún lugar a comer… no habrían termas pero si una buena cena.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

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