“La necesidad de desarrollar líderes no ha sido nunca tan acuciante como lo es en este paso de página entre dos siglos”. Quien así se explica es José Manuel Casado, socio de Human Performance de Accenture. Opina que “el mundo desarrollado está inundado de dinero, pero tiene una gran falta de talento directivo”, por lo que resulta obvia la necesidad de cultivar entre los directivos habilidades proactivas de liderazgo.
Puede que haya quien crea que el outdoor training consiste sólo en “salir al campo”, una hipótesis planteada por César Fernández, director asociado de Norman Broadbent, en un artículo publicado en el diario El País: “Muchos de los denominados outdoor trainings suelen enfocarse en los aspectos lúdicos y poco más”. Pero César Fernández también aseveraba en ese artículo que una auténtica acción de outdoor sí supone “un programa de desarrollo sólido y que enlaza tanto retos de negocio como las habilidades directivas necesarias para ello. Los resultados son además profundos y estables, puesto que se anclan en la movilización de todos los recursos con que contamos las personas, tanto racionales como emocionales”.
La filosofía del sistema outdoor surge en la década de los 40 del Siglo XX, al finalizar la Segunda Guerra Mundial. En ese tiempo algunas escuelas de negocios estadounidenses comienzan a adoptar ciertos métodos del entrenamiento militar de los comandos. Con ello, se perseguía potenciar a partir de escenarios de riesgo algunas virtudes básicas en el ámbito empresarial. La metodología tuvo éxito, sobre todo entre las empresas multinacionales, que comenzaron a fiar a estos sistemas de entrenamiento la forja del carácter de sus directivos. A partir ahí, el resto de las empresas han ido asumiendo paulatinamente la necesidad de incentivar valores relacionados directamente con la productividad.
Mejorar la dinámica en los equipos, reducir tensiones, aprender a afrontar las crisis, interiorizar la necesidad de entenderse y apoyarse, aprender a tomar decisiones en equipo, mejorar la comunicación con los colaboradores, conocer habilidades y comportamientos personales y reforzar la autoestima y la autoconfianza son algunas de las metas que se persiguen.
En este sentido es clarificador el estudio ‘Desarrollo de Competencias Emocionales en los Directivos a través del Outdoor Training’, de Miguel Reinoso Fernández-Caparrós, investigador del departamento de Sociología de la Universidad de Granada. Para este sociólogo, “el programa de outdoor training específicamente diseñado y propuesto se ha mostrado eficaz” para evolucionar y mejorar las competencias emocionales como la colaboración y el trabajo en equipo, el establecimiento de vínculos afectivos, la comunicación entre sujetos y la catalización o grado de adaptación al cambio.
El estudio añade que, además, “la mejoría manifestada ha sido mantenida, en gran medida y en niveles muy aceptables dos meses después de finalizado el programa de formación. Por tanto, es absolutamente posible trasladar los conocimientos adquiridos en la naturaleza al entorno laboral”.
César Fernández relaciona incluso el coaching con un outdoor training. En el coaching, dice el director asociado de Norman Broadbent, “siempre trabajamos con la perspectiva de movilizar tres ámbitos diferenciados y a la vez interconectados para generar un cambio o construir un nuevo hábito. Es decir: el lenguaje, la emoción y la corporalidad. Necesitamos los tres para producir realmente alcance y profundidad en cuanto a descubrimiento personal, o que nos permita tomar conciencia sobre el impacto de nuestro comportamiento en otras personas y modular alternativas”.
En una comunicación de la Universidad de Granada, Miguel Reinoso Fernández-Caparrós expone que “este tipo de pruebas proporcionan una información que es más difícil de detectar en el lugar de trabajo, como quién tiene madera de líder o quién no es capaz de trabajar en equipo, ya que la mayoría de ellas sólo puede resolverse actuando en grupo. Además, la naturaleza provoca que todos sean iguales y se sientan igual de torpes” ante las adversidades: los diferentes ‘estatus’ que existen en la oficina desaparecen aquí”.
Las ventajas subrayadas por los especialistas en outdoor training son varias. Entre ellas, destaca su capacidad para experimentar emociones o los aspectos físicos de la actividad que incitan al compromiso activo en el aprendizaje y, como consecuencia, a romper con los moldes tradicionales de actuación. A través de un programa outdoor, los profesionales desnudan sus fortalezas y sus debilidades, desvelan sus sentimientos y valores y desarrollan la creatividad con estrategias innovadoras para superar barreras. Además, también se renuevan las relaciones humanas tanto personales como a nivel intrapersonal, con lo que se adquiere una visión distinta de los compañeros, de la colaboración, de la confianza o del esfuerzo.
Pero sobre todas las virtudes del outdoor training quizá destaca su importancia a la hora de optimizar el trabajo en equipo. La experiencia viene demostrando que este tipo de actividades permiten a los profesionales desarrollar un elevado sentido de pertenencia al grupo, afianzando la autoconfianza y revelando las propias fuerzas y debilidades bajo presión.
Para Reinoso, la clave del éxito del outdoor training es que los participantes “van más allá de la aportación y de la asimilación de conocimientos teóricos, involucrándose de una forma muy activa en el programa, obteniéndose unos niveles muy elevados de compromiso y de concienciación de la necesidad de cambio”.
Cohesiona, motiva, une, flexibiliza, enseña y promueve el liderazgo. Pero ya no exclusivamente entre los altos ejecutivos. Las empresas están convencidas de que las actividades de outdoor training constituyen un beneficio sustantivo para las organizaciones en su conjunto, en todos los escalafones. Con el objetivo de responder a esta creciente demanda, BAJOCERO aprovecha la extraordinaria riqueza de la geografía asturiana para desarrollar programas de outdoor training que permiten cohesionar, motivar y consolidar equipos de trabajo, afianzando compromisos y aunando objetivos.
Cohesiona, motiva, une, flexibiliza, enseña y promueve el liderazgo. Pero ya no exclusivamente entre los altos ejecutivos. Las empresas están convencidas de que las actividades de outdoor training constituyen un beneficio sustantivo para las organizaciones en su conjunto, en todos los escalafones. Con el objetivo de responder a esta creciente demanda, BAJOCERO aprovecha la extraordinaria riqueza de la geografía asturiana para desarrollar programas de outdoor training que permiten cohesionar, motivar y consolidar equipos de trabajo, afianzando compromisos y aunando objetivos.
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