miércoles, julio 19, 2006

Intento al cerro Cruz, en solitario.


No hay duda: soy un bicho raro. No puede ser esto de salir de vacaciones, terminar con una semana estresante y angustiante al extremo y... y... no, nada de ir a carretear, salir, ni al cine. Nada de juntarse a comer o tomar algo. Termine las clases y horas mas tarde me encontraba despertándome a eso de las 5:30 para salir al Cerro La Cruz.

Así es la cosa. Tenia ganas, la necesidad de salir, despejarme, desconectarme un rato. Tenia que salir con quien sea, a donde sea y como sea. Con la semana complicada que tuve no me dio para organizar nada y obvio que ya de viernes en la noche, no me anime a llamar para buscar compañeros, esto sumado a que el jueves al salir a correr me había dado cuenta de las pésimas condiciones físicas en las que me encontraba. Esto gracias a los cerca de 7 mese de deporte casi nulo (1 Pochoco, 20 minutos de trote mas unos 20 de este jueves, unas horas de caminata al Carpa y una visita anterior al Cruz en donde solo llegamos a un mirador). La cosa se fue confabulando, hasta que ya cerca de las 23:00 tome la decisión: salir solo. Esto al no tener compañía, también se le sumaba las ganas de hace unas 2 semanas para salir y probar mi cámara nueva, mi nueva inversión, mi nuevo juguete. Dicho y echo, no lo medite 2 minutos, y comencé a ir de aquí para allá ordenando, buscando y recolectando mi equipo. Después de un rato ya estaba todo listo: 1° capa, pantalones (adquisición reciente, de menos de una semana), chaleco, gorro, cuello/orejera, bastones, piolet, botella de agua, cuerda, botiquín, zapatos, libreta, lápiz. Queda ver la comida, así que me hice unos sangushitos de hamburguesa, tomate, oregano y queso, eso con un par de manzanas, otro par de naranjas y un plátano. Y ahí estaríamos. A relajarse un rato y adormir.
Deje el celular para que sonara a las 6:30. Sonó. El sueño estaba pegote, las sabanas pesaban, obvio, me había acostado tarde (para variar) y estaba saliendo de una semana estresante, lo lógico era que durmiera hasta las 12, a pata suelta. Así que me demore en levantarme, total iba solo, no tenia gran apuro y que tanto, si mi principal objetivo era probar mi cámara y salir un rato. Me levante calculado que eran las 7:15... sorpresa! Eran recién las 6:15 de la mañana. Por alguna razón el celular había sonado una hora antes (igual sonó después a las 6:30), así que estaba bien en el tiempo. Me bañe me di las vueltas correspondiente y para variar, salí atrasado (7:30 en vez de las 7:00). Tome la micro hasta plaza Italia y de ahí la 418, que deja a 100 metros del Parque Mahuida. A las 8:30 estaba en la entrada. Al pagar y registrarme me dicen que un “Rodrigo Moya” va adelante mío, a 9 minutos. Rodrigo es un compañero de la universidad, antiguo miembro del Club Andino y nuestro gran Webmaster. Me extraño que fuera solo y que no me hubiese dicho algo, así que trate de apurarme, pero las 1° personas que viera fue cerca de las primeras antenas. La cosa es que nuca apareció Rodrigo, y horas mas tarde chateando con el, nunca estuvo por allá, sino que tal como YO debiese haber estado: durmiendo.
En el sector de los baños, baje la mochila, me saque el chaleco, me equipe para la caminata y a partir el día! Ahí, en ese lugar, se me acercaron un par de perros, algunos (la negra) me acompañaría casi todo mi trayecto. El camino estaba barroso, como chicloso, pero nada como el Carpa. Camine, camine, la meta de ese momento era llegar al portón azul, a las antenas, al letrero. Ahí tome aire, agua y a continuar, subiendo, subiendo. Santiago se veía bonito, sin nubes, sin smog ni neblina. Santiago, limpio, era una ciudad después de todo. Luego, el siguiente objetivo era llegar al mirador, al mismo lugar donde había llegado en las 2 excursiones anteriores en el sector. Poco a poco esto fue bajando, acortando mas la meta del momento, hasta llegar a la explanada. Aquí me senté, tome aire, bebí agua, saque fotos y descanse 5 minutos. Mochila a al hombro y a seguir. Por estos lugares fue que entable las primeras palabras con la gente que había visto mas abajo, eran una pareja en donde el hombre (par variar)era el “montañista” y como tantos otros “sacamos a pasear” a las pololas, no con muy buen resultado. Aquí me contaba que el cuando chico se venia a bañar a los riachuelos y pozones que había en el valle contiguo, ahí donde esta emplazado el sector de “Los Saltos del Apoquindo”. Valle hermoso, que el día de hoy, para variar, es privado, y como no, de AGUAS ANDINAS. El tampoco había llegando nunca la cumbre y había estado un par de veces en este cerro (de echo, hace una semana había estado ahí, llegando a las antenas cuando estaba nevado ese sector). Seguí, me les adelante. Pare bajo un arbusto a tomar aire, agua. Ya en el mirador, podía dar por conseguido mis objetivos: saque fotos, salí y llegue a donde era políticamente correcto. Pero uno... quiere mas. Y tenia ganas de cumbre, pero veía que el agua se haría poca; había planificado la salida para un día nublado y frío, al contrario, amaneció despejado y soleado, tal como en verano. Suerte que no lleve la parka de plumas. Y, nada... la pareja seguía ¿cómo me iba a quedar ahí? Nica.
Caminando hacia la cumbre, o mas bien a las antenas, pude observar que hasta en esta cosa, en la cumbre de este “cerro”... la propiedad privada, la gente o empresas de plata, se apropian de la tierra, de los lugares mas hermosos y que son de TODOS. Existen los vestigios de una cerca, que asumo debe ser de Aguas Andinas, oxidada y corrompida, pero ahí esta. En esta cumbre nos recuerda que nuestro país, nuestra tierra, no es nuestra.
Todo esto ya era nuevo para mi, nunca había llegado tan lejos en este cerro, era descubrir y maravillarme por primera vez. De repente aparecen los mismo monolitos que me acompañaron hacia la Cumbre de San Ramón (o San Roman, como decía la placa de la cumbre). Y ahí, a unos minutos aparecen las antenas, ya cuando el cuerpo evidencia la deshidratación, los avisos de calambres, pero el objetivo ya esta cerca. Al llegar a las antenas, a la caseta esta, se pueden ver baterías de auto, escuchar la transmisión de una red de radio, y una que otra basurita por ahí. Pero nada, ahí, un poco mas allá se divisa otras entenas. Demonios! Esas debe ser “las antenas”. Si, estaba ahí, cansado, deshidratado, pero nada, había que llegar. Aproveche los manchones de nieve para rellenar mis botellas, y como en una me quedaba algo de jugo, pensé k se derretiría algo mas rápido. El pan que me quedaba tenia sal, así que en algo me ayudaría, aun me quedaba café. Había que intentarlo, total... ya conocía mi cuerpo y los calambres. Así que deje mi mochila, bastones, solo lleve la cámara y el piolet. En unos 20 minutos llegue a estas nuevas antenas, o mejor dicho “las antenas”. Unas vueltas, unas fotos, un video, y a bajar. Aquí me encontré con otro par de montañeros, equipados con mochila chica, piolet y bastones. Obviamente habían salido mucho después que yo... obvio, el estado físico los optimiza para caminar mas rápido y hacer lo que para mi es una salida por el día, para ellos solo un rato. En fin.



Ya en el descenso, encontré una bolsa de basura, que puedo supones que a alguien se le cayo (y no que la dejo). La tome y baje con ella. No cuesta nada limpiar un poco. Llege a mi mochila, se guarda todo y a continuar el descenso. Recordar siempre que el descenso es lo mas peligroso. Después de una hora comencé a sentir el cuerpo extenuado, como los músculos de las piernas, esos mismo que entreno con pesas, estaba agotados, sentía estos músculos. Aquí valore lo que ayuda entrenar estos músculos para un montañista (y mas para un desviado de rotula). La cosa que baje, baje, cansado, aparecían los calambres, uno me agarró en un lugar poco indicado: una pasada y bajadas de roca. Concentración y frialdad. Salí de apuro.
Llegue a la caseta de administración a eso de las 18:00 en punto. Lata, que no alcanzaría a pagar escolar en la micro. En esta caseta pedí agua, me senté, bebí y luego de unos 10 minutos emprendí viaje a la casa. Caminar unas cuadras para tomar el bus que me llevaría al otro lado de la ciudad: MI CASA!

He de destacar, que verdaderamente encontre la gracia de hacerla en solitraio. Es una libertad, instancia para pensar, hablar con nuestras ideas. Si, es riesgoso, pero provechoso para el alma y el corazón.









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