domingo, febrero 19, 2006

Recuerdos de "Tito" Rodríguez. por Mauricio Purto

Las maravillosas cordilleras del interior de Talca hacen noticia. Y no por su esplendor, sino por la crónica de andinistas desaparecidos. La región de Vilches Alto, del legendario Valle del Venado, donde se eleva el volcán Descabezado Grande, que con una cota de casi cuatro mil metros domina aquí el alto andino, ha sido el escenario de supervivencia.Nada nuevo. El montañismo es el arte de sobrevivir subiendo. Pero en estas regiones, y en esta época, la supervivencia lo es por lo extraordinario, por la "súper" vivencia que significa explorar estas serranías, llenas de forestas de coigües y cristalinas aguadas que nos recuerdan el paraíso terrenal.Mi elección de acceso al volcán recae en Vilches Alto, por la belleza escénica, y porque desde la Laguna de la Invernada hay más trabas de acceso. En los bosques de coigües de Vilches Alto conocí al afable y perspicaz "Tito" Rodríguez, que ya se fue. Recuerdo sus conversaciones ufológicas con Alejandro Sánchez, "Toro Sentado", el poeta joven del viaje a otro volcán, el Callaqui, y que culminaron con risas ante los jocosos comentarios de Carlos Herrera a las orillas de la Laguna del Alto, cuando comentó que "se nos venía encima un carnaval de ovnis", mientras "avistaba una nave nodriza". Nada que agregar. La ley del hielo se impuso esa noche entre los ufólogos y los más escépticos."Tito" había avistado varios ovnis en el mítico Enladrillado, que acabábamos de atravesar antes de escalar el cerro Peine. Una meseta de roca con pastelones gigantescos, cual piel de un gran saurio, resabio de lavas enfriándose, cuando esto era el infierno desatado por las explosiones del vecino volcán.La excursión había sido total. Bajar a la laguna del Alto, un espejo lleno de árboles carmesí, era como Alicia en el País de las Maravillas. Les dije que la laguna me abdujo. Lo que acrecentó más la distancia. Pero la risa era el mejor remedio, mientras Carlos seguía mofándose de dos tontos graves que se tomaban muy en serio. Se los dije. Y contra mis temores, reímos cuando Ítalo les ofreció cebolla..."Algún día se van a llevar el susto de sus vidas", nos advirtieron. "Me encantaría ver un ovni... o extraterrestres. Mira, he pasado tantas noches en la cordillera, y hasta ahora... nada". "Es que tienes que estar en sintonía", replicó "Tito"... Arraigado aquí como guía de montaña, y oficiando además como solícito operador radial en estas verdes serranías, "el hombre de Vilches".De regreso, nuestras expectativas por organizar de inmediato el ascenso del Descabezado se vieron frustradas por el itinerario del arriero que "Tito" había conseguido. Teníamos cinco días por delante y no tres... Caminamos por la foresta de robles centenarios, sobre un suelo tapizado del follaje de estos notofagus nativos, oliendo la penetrante humedad de todos los espacios del bosque después de la lluvia. En mis recuerdos, vahos de niebla devanean entre los árboles gigantes. Ha llovido harto y hasta hace poco. "Tito"Rodríguez no para de hablar. Quiere contármelo todo. Y saber. Del Everest, de nuestras aventuras... Pero yo, quizás huraño, seguía pensando en el Descabezado... No me resignaba a regresar para volver... Porque el tiempo es ahora... Quizás porque intuía que al regreso "Tito" no estaría más.Deleitándose con el fruto maduro de los avellanos, "Tito" compartió sus lares con humor, mientras descubrimos atónitos El Enladrillado, la Laguna del Alto, y la cumbre enhiesta del Peine... Nuevamente la geografía chilena se nos mostraba generosa, como su gente, la gente del camino... Esos que quedan siempre. Más allá de la muerte.Se puede seguir el debate en el Blog de Deportes:http://deportesblog.emol.comLes dije que la laguna me abdujo

Fuente: http://diario.elmercurio.com/2006/02/18/deportes/columna/noticias/559F8E23-3DE9-46F7-8995-FF3510CD9FDB.htm

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